por Lilian Uk y Reno Nasvil

viernes, 18 de noviembre de 2016



EXCALIBUR
(1981)

John Boorman



Muy fuerte para el body.
Efectos hechos con un puntero láser verde.
No digo más.
Bizarrismo como nunca se ha mostrado.
Experiencia para y una tarde de hastío.
Hasta luego, Lucas, digo, hasta luego Boorman.






GHOST TEAM
(2016)

Oliver Irving



Los monos hacen películas.
Abandono.
No se puede luchar contra esto.
Una mezcla de Scooby Doo, Blair Witch Project y Breaking Bad...
Es la primera comedia sin humor de la historia,
¿se avecinará un nuevo género cinematográfico?
Shit comedy.
Aún no puedo entenderlo.
La madre que le parió a Oliver...



miércoles, 2 de noviembre de 2016



Fehér isten
(2014)

Kornél Mundruczó



Acojonante, y lo digo de todas, todas, ¿Veis la cita superior del cartel? Pues eso, una pretensión de caballo en pos de una película peyorativamente surrealista, conciviendo el surrealismo como el gran fracaso artístico del siglo XX. Si se pudiera salvar alguna mínima secuencia, sería para exhibir una pieza de videoarte que, por segundos, podría colar o ser resultona. Pero todo lo demás es tan pusilánime, tan estúpido y tan torpe, que hace de este film una banal barbaridad y un ejemplo muy representativo de las cosas que ocurren en la mente de la mayoría de los cineastas actuales; sólo piensan en copiar formatos yankis y encima les salen telenovelas baratas insoportables.
De primeras, la película tiene un título preocupantemente ambiguo, injustificado y vacío. Es cierto que existe un film de Samuel Fuller llamado White Dog (1982), ¿Será un guiño del atrevido Kornél? Si es así y ha querido rodearse de referencias hollywodienses de altura, el artefacto le ha salido por la culata o por el culo, que para el caso es lo mismo. Esta película es un culo lleno de granos echando pus cada cinco segundos; no hay frame que se salve. Es un intento de contar, algo así como El Lazarillo de Tormes, pero a través de la vida un perro abandonado, mezclado con películas infantiles como Balto (1995), Beethoven (1992) o Tango y Cash (1989), -me pierdo en las referencias- de hecho, la versión española se rebautiza como Hagen y yo, haciendo alusión a la niña, supuesta coprotagonista del tinglado, remarcando aún más el tono infantiloide del film, pero cuidado, tono que se va convirtiendo en un relato de aventuras en el que sólo faltaba que los perros hablasen. De hecho, 
en latinoamérica, la película se rerebautiza como La rebelión de los perros. Así, vemos cómo según a cultura, esta joyita tiene una interpretación distinta y parcial. Tengo que confesar que, por un momento, pensé la posibilidad de que los perros empezasen a hablar, como única salvación de la cosa y derivase a algo así como a la loca parte final de Up (2009) o la siempre dulce, La dama y el vagabundo (1955). Pero no. El tono sigue cambiando hacia Amores Perros (2000) y hacia un estilo 
más cutre cudro de cojones, sin puto sentido, lleno de malos sentimientos y realismo por un tubo. Uuuuuuh. La facilidad con que Kornél pasa de lo fantástico a lo realista podría ser virtud, pero en su caso es inseguridad y mediocridad. Cuando creemos que ya ha tomado una dirección el relato y el perrito va a transformar la trama en una escavechina al más puro Scream (1996), Critters (1986) 
o Los Gremlims (1984), todo cambia d enuevo y se intenta disfrazar de The Birds de Hitchcock (típica referencia de los malos cineastas, pues en general es la única que han visto) pero en versión canina, por lo cuál, no sabes si ya estás asistiendo a un anuncio de DogChow o Scottex, o por el contrario, estás inmerso en Apocalipsis Now II. Todo se desmadra. Kornél decide poner música de Blade discotequera y empiezan a aparecer antidisturbios matando perros como moscas... 
No sé si puedo seguir con esto. Me están entrando arcadas mentales. En resumen: no sé quién paga estas filfas sin sentido, sin talento, pobres, pobres, pobres. Hace no tantos años, cuando aparecía una película húngara, no sé por qué, pero se le tenía un cierto respeto, y la cosa no era sólo ilusoria, pues directores como Alexander Korda, Jancsó, Tarr o Szabó o grandes productores como William Fox
o Zuckor, fundadores de la Twenty Century Fox y la Paramount Pictures, respectivamente, mantenían una calidad y una idea del cine húngaro, que las nuevas generaciones están metiendo sistemáticamente en la trituradora subnormal de su confusa conciencia. Podría seguir hablando, pero me parece baladí, tratándose de calañas de esta índole. Circula una extraña idea en el cine mundial, en la que las películas deben hacerse al estilo cutril american de cámara en mano y música en la sien; ya que se ponen, ¿por qué no imitar a Casavettes o a Warholl? Prefieren, imagino, los Watchowski
o Scorsese. Podría explicarlo más a fondo, pero me están entrando ganas de cagar de tanta mierda que me he tenido que zampar durante dos horas. Joder. No siempre aguanto, pero este film es tan defectuoso que lo merecía. Kornél ha visto demasiada televisión basura y ahora la está refinando en versión pureta. NO me jodas Kornél. Retírate a leer a Rilke a las montañas de Babiera o a sodomizar ovejas, pero para de hacer cine, porque el ridículo es tal que vas a generar un agujero negro en tu culo
que te va a acabar tragando. 
Por cierto, hace dos años White God fue premiado en Cannes; para que luego digan que aquel festival internacional tan prestigiosos no está corrupto, porque la cosa ya no es tanto que haya gentuza haciendo cine, lo peor es que alguien lo aplauda y lo premie. 

Salud.