por Lilian Uk y Reno Nasvil

viernes, 21 de noviembre de 2014



BAD LIETUTENANT: 
PORT OF CALL - NEW ORLEANS
(2009)

Werner Herzog





Nadie duda que Werner Herzog es un grandioso contador de historias, lo que no quita que este film sea a su vez una de las bazofias campestres más flotantes de los últimos años. Aún se ignora la razón que le llevó a rodar una historia tan vulgar y ponzoñosa, por no decir lo que tiene de puñetera y pobre; no nos queremos ensañar. Siendo benevolentes, sólo se nos ocurre que hipotéticamente se trate de un conspiratorio sacrifico por la humanidad, con el objeto de arruinar definitivamente la carrera de nuestro querido e irregularísimo Nicholas Cage; en ese caso, podríamos considerar a Herzog como un verdadero mártir, pero visto lo visto, no parece ser el caso.
En el umbral del film, el avezado espectador aún espera con ansia que Herzog transforme los adocenados argumentos de la carroñera y clónica industria norteamericana, en pos de un nuevo metagénero de policías corruptos y traficantes de merca, pero a cada minuto del metraje sólo puede constatarse que se trata de un mal capítulo de mal gusto, engendrado erróneamente por la parte más ridícula de Herzog, o sea, algún rincón dentro de su cabeza donde se debe esconder un miserable y diminuto Herzog enamorado de algo así como la bola de caca de un tenaz escarabajo pelotero (y aún eso sería algo hermoso). Al director alemán siempre se le ha admirado por su eficacia en la utilización de la potencia de lo falso y su extraordinaria habilidad para inventar mundos y realidades paralelas, pero nada existe en este vil metraje, que se intenta salvar con la aparición de unos cuantos reptiles alucinógenos al son de una especie de blues de la carretera a lo Miguel Ríos. Nunca se ha visto en Herzog una pérdida de energía tan aparente, una falta de intuición tan absoluta, una ausencia de imaginación tan total; la película representa una traición explícita a su idea del cine. La película es como un armadillo colocado de speed, dando vueltas en una centrifugadora de hash, recitando en sonetos shakesperianos el pin pan pum tomalacasitos, aunque tal vez, incluso eso, sería más interesante si cabe. Nicolas Cage representa a una especie de Jorobado de Notredame a la sureña, que intenta resolver un caso estúpido y sin trama, y que acaba resolviéndolo en forma de breakdance; alucinante. ¿Qué buscaba Herzog en esta película? Nadie parece entenderlo. Eva Mendes parece un ratón silvestre con cuatro o cinco liftins encima y con un cacahuete seco perdido en el cerebelo. Para rematar, Val Kilmer es una versión del fantasma de las bragas rotas y los demás del reparto, no son más que un grupo de pitufos makineros que no saben ni qué decir ni qué hacer en el chaflanero film. Herzog pierde el control completo del argumento y este toma la forma de una ameba con delirios de grandeza. No hay más, no busquen.

Imaginamos que Herzog, utilizando su poderosa retórica teutona, aún será capaz de mantener que existe algún mensaje escondido entre las imágenes e incluso será capaz de convencernos de que hay que ver el film con más atención para disfrutarlo. No hay claves, no hay misterio, no hay horror, ni siquiera da asco; es simplemente algo tan aséptico como un baño del IKEA a las nueve y media de la mañana. Si todo esto es una broma, el humor herzoguiano no nos hace ni puta gracia. Por favor, nada de comedia Werner, no se te da demasiado bien; la próxima vez que experimentes con el humor, inténtalo con un docu sobre la vida secreta de Miliki e Irasema.

Seamos honestos: si Herzog se quedó calvo, no fue por esta película.
En cuanto a Nicholas Cage, seguimos asombrados de su interpretación del Jorobado y toda su obra es cada vez más un enigma para cualquiera que se atreva a recorrerlo.



lunes, 17 de noviembre de 2014



BARRY LYNDON
(1975)

Stanley Kubrick




Mierda a la luz de una vela.
¿Por qué Kubrick no escribió un libro? Porque Thakeray lo escribió en 1844.
¿Por qué hacer una película igual que una novela?
La decadencia de Kubrick en grado máximo.
En 1848, el escritor hindú William Makepeace Thackeray escribió otra novela llamada El libro de los snobs, ¿Por qué razón Kubrick no adaptó ese texto? Mierda pa mí, mierda pa él.
Mierda a la luz de una vela muy cara y muy sofisticada.
Ni prodigio del cine, ni película épica; luz de gasolina barata.






sábado, 15 de noviembre de 2014




COCODRILE
(1996)

Kim ki Duk






Cuando uno ve una película de Kim ki-Duk, siempre espera volver a ver Primavera, verano, Otoño, Invierno... y Primavera (2003); lo cuál, casi nunca ocurre. Su primer film es una especie de entremés de la pandilla basura al más puro estilo de culebrón venezolano. Uno se pregunta, ¿qué ha hecho el mundo para ser bombardeado con semejante inmundicia? Esta es la peli que va de tres sin techo que viven en el río: el viejo, el niño y el macarra; rescatan a una suicida que trata de ahogarse, el viejo la cuida, el niño la quiere, el macarra la viola... insistentemente, y ella no huye; el niño en un ataque de valentía adulta le corta la picha al macarra y el viejo, por miedo, se la cose de nuevo... y en modo de frankeinstein barriobajero, el macarra vuelve a violarla cuando le place; esto sí que es un pepino coreano y no las amenazas nucleares de Kim Jong-un. 
Imaginemos por un momento que el cineasta era joven y no sabía lo que hacía. Permitámonos imaginar al mismo tiempo, que sólo bebió cuando filmó su película del 2003. En ese caso, el cine también tendría que ver con las sustancias; pero ninguna parecida a un cocodrilo.
A la altura de Cocodrilo Dandee (1986) y Banana Joe (1982); y aún así, sería darle galones de más.
Kim ki, a los leones.



ONLY LOVERS LEFT ALIVE
(2013)

Jim Jarmush





Only lovers left alive es simplemente una decepción. Una constante línea arrítmica, con limitados y frustrados amagos de emoción. Ellos,  secos y planos. La historia, el boceto de cualquier quinceañero soñando con ser director de cine alguna vez. Tres, tal vez cuatro escenas bien coreografiadas a nivel visual y la sombra del wanna be arropando toda la película.
La temática vampírica está usada hasta el desgaste pero sigue siendo trabajada como si ésto sólo lo percibiéramos los espectadores. Precisamente ese es el motivo que te impulsa a verla hasta el final, esperas el milagro, algo original y que no sea lamentable... Error. No se hacen películas de vampiros interesantes ya. ¿Por qué? No lo sé, supongo que a los guionistas les falta sangre.





miércoles, 5 de noviembre de 2014


Harry e hijo
(1984)

Paul Newman




¿De qué trata esta película? Contando con que no hay un argumento sólido, ni hay una historia clara y ni siquiera un personaje creíble, ¿cómo entender este desbarajuste? No podríamos decir que es una peli aburrida pues posee una naturaleza totalmente caótica e increíble, lo cuál le confiere una atmósfera casi experimental; creemos, debería estar en los videoclubs al lado de películas como Wanda Nevada (1979) o Sharknado (2013). Da la sensación que faltan escenas, pues los personajes tienen prontos de ira o de alegría sin ningún motivo. No hay una evolución psicológica, sino una evolución esquizofrénica. Por ejemplo: el hijo gasta todos sus ahorros en una chaqueta y cuando se la regala a su padre, la respuesta de este es echarle de casa; en otra ocasión el padre se comporta como un loco cruzando toda la ciudad y yendo a la playa simplemente para decirle a su hijo que es un hijodeperra por haber dejado una cerveza abierta en la nevera, mojándose los pantalones hasta la cintura. Aunque se llame Harry e hijo, esta película no va sobre la relación de un padre y un hijo exactamente, sino de un hijo que parece querer follarse a su padre montando cenas con velitas para dos o besándole en la boca en la escena final. La latencia homosexual que se percibe a lo largo del film es algo obvio e incoherente, a pesar de las carambolas sentimentales que se barajan en la pintoresca trama: él se quiere follar a su padre pero está enamorado de su novia, que es una pilingui de cuidado embarazada de otro y que después de parir en un taxi, se va a vivir con él, pasando por alto el detalle de que el bebé es de Perico el de los Palotes. O sea, el chico se convierte en un padre putativo y gay, surfista, que se gana la vida limpiando coches semidesnudo y escribiendo novelas que consigue vender por 500 dólares. Lo de su faceta de escritor tiene tela: le vemos teclear en una máquina de escribir metido en un jacuzzi de madera (obviando que él y su padre están arruinados), encontrando sus más brillantes argumentos en los ridículos escándalos que provoca en cada uno de los trabajos en los que es contratado; el espectador no entiende la razón por la cuál los consigue y todavía menos, porqué las lía pardas por el único motivo de conseguir un inexistente argumento para una de sus nuevas novelas. Una de las mejores cosas de esta película es la aparición fugaz de un jovencísimo Morgan Freeman; percibimos que es joven porque lleva una especie de rasta a lo Sonic, porque si fuese por su cara, bien podríamos afirmar que esta película es de hoy mismo. Otra cosa que no podemos dejar de comentar es la extraña aparición de una lujuriosa secretaria que se excita con el sonido del disparo de una cámara de fotos y que protagoniza una escena digna del mismísimo Benny Hill, aunque dudamos de que al gran Benny se le podría ocurrir algo tan brillante. Para rematar, al final de la película, Paul Newman descubre que tiene un glándula sexual sobre la nuca que en teoría le convierte en un gran amante e incluso se atreve a llamar ninfómana a la mejor amiga de su esposa muerta, porque la de ella es incluso más grande. La escena de seducción que parece que va a terminar con un polvo de sexagenarios, termina sin saber cómo, con Paul Newman tumbado en el suelo, más tieso que la mojama.




miércoles, 22 de octubre de 2014






2001: A SPACE ODYSSEY
(1968)

Stanley Kubrick



140 minutos de delirio lento de marihuana regada con lsd, divididos en cuatro capítulos que bien podrían haber durado la mitad de tiempo cada uno. Así es como definiría yo esta hiperfumadaestelar sobrevaloradísima y considerada ya por la historia del cine una "scify masterpiece". Comienza con dos minutos de negro y ruido que, probablemente tendrían algún sentido en la lisergicada mente de Kubrick pero que para el espectador presenta una mezcla de duda y problema : ¡mierda! ¿¡la peli se ha descargado mal!? Luego vienen los simios que, lo cierto es que molan bastante, y los valoras más cuando ya has acabado de ver la película porque van a ser lo más divertido de estas dos horas y media de tu vida. Monos que se pelean y descubren que pueden matar golpeando y que el miedo que esto produce en los demás les da el poder y que se despiertan un día de la siesta y ¡voila! monolito nuevo frente a la puerta de casa y sin previo aviso. Pasa al siguiente capítulo dejando al espectador intrigado por lo que acaba de ver y esperando encontrar la relación entre los simios y el hombre que viaja ala luna montado en un super avión donde no hay gravedad pero extrañamente las cosas no giran sobre su propio eje, con azafatas vestidas en chandal que le llevan comida líquida. Sobra decir que la película podría ser muda porque paseándonos ya por el minuto 56 del film sólo hemos escuchado tres breves conversaciones: una entre un padre y su hija de seis años vía el prototipo del actual skype, otra en una recepción de butacas rosas en el hall del avión a la luna y la tercera entre colegas comiendo sandwich de pollo y bebiendo café en el espacio exterior. Sí, parece extraño porque lo es.
Así saltamos al capítulo tres en el que tres profesores hibernando, dos astronautas secos y aburridos de su curro y un super ordenador con delirios de grandeza, viajan en una nave circular, probablemente lo mejor de la película y que permite algunos de los planos más interesantes. Y el espectador se pregunta cuándo despertarán los hibernantes y qué pasará con ellos y y espera que expliquen para qué viajan pero... no, que no se haga ilusiones nadie: eso nunca sucede.
Así que el ordenador superinteligente y supereficaz se vuelve superdesconfiado y supermaligno, los dos astronautas tratan de solucionar el problema pero ¿quién gana siempre al ajedrez... tú o la máquina? Y tras otro tanto de silencios y lentitud y algunas escenas de belleza destacable y dos o tres sorpresas-las únicas de roda la película- llega el capítulo cuatro y aquí sí que ya no hay mucho que se pueda decir: ¡ver para creer!. Tras una orgía de luces al más estilo salvapantallas de Mac y un viaje interestelar en busca de un monolito de piedra como el de los simios, el protagonista se ralla y empieza a verse viejo en todas partes hasta saltar inexplicablemente al comienzo de la humanidad... ¿estaba soñando después de ver el extraño caso de Benjamin Button? ¿cómo un viejuno de 80 años más allá de Júpiter, podría convertirse en un feto dentro de una esfera de cristal que flota en el espacio exterior? 
Y por fin... otro silencio, otro negro, una tarea menos en la lista y adiós muy buenas 2001: space odisey. ¡Esperamos no volver a verte!






THE VAMPIRE'S KISS
(1988)

Robert Bierman





¿Alguien duda de por qué Robert Bierman sólo ha hecho dos películas a lo largo de toda su carrera? La respuesta es simple: Vampire's Kiss. ¿La has visto? Bien, no lo hagas o Nicholas Cage aparecerá a lo Freddy Crugger y en tus peores pesadillas se podría rodar Vampire's Kiss II; y eso no te gustaría, te lo aseguramos. El público en general mantiene la extraña sensación de que Nicolas Cage será un gran actor algún día, y por esa razón se sigue cayendo en el error de comprar entradas de cine con esa ingenua esperanza. Exceptuando Leaving Las Vegas, Adaptation o Wild at heart, Cage parece haber hecho la misma película en casi los 80 films de su carrera; a pesar de ser uno de sus diez primeros fallidos intentos, Vampire´s Kiss es un síntesis de esta teoría.  
En esta película de 1988, Bierman nos deleita con una estética prenoventera, de melenas cardadas y flequillos femeninos, acompañados de extra de laca masculina (Cage aún tenía pelo, aunque a veces en el film parece tratarse de un apósito oxigenado que le cae por la frente). La horterada en todos los sentidos, es suprema; un argumento sin pies ni cabeza, colmillos de plástico cutre y una sobreactuación para mear y no echar gota. No narramos la película porque es indescriptible. La fantasmagoría se hace irreal en los gestos alucinados y artificiales del protagonista, que más que un personaje del Drácula de Bram Stoker, parece un secundario cómico del Condemor II: Brácula (1997). Sin pretender comparar a Cage con Chiquito, todo el film se transforma en un mal chiste desde el primer segundo y cada minuto pasado, se convierte en una verdadera pesadilla encarnada en una historia pésima, contada torpemente e interpretada por un actor del que no sabemos que hubiera sido de él si no fuera, como lo sigue siendo, sobrino de Francis Ford Coppola.


martes, 21 de octubre de 2014



INDIANA JONES Y EL REINO 
DE LA CALAVERA DE CRISTAL
(2008)

Steven Spielberg




Nadie podía imaginarse que el degenerado de Spielberg acabara haciendo películas de serie Z, antes de filmar la cuarta entrega de su fenomenal héroe Henry Walton Jones Jr. Esta churrigueresca historia sacada de la manga o del cajón de las malas ideas de Lucas, es un chorro de despropósitos narrativos, aderezados con oleadas de salsa tedio. El rey del entertaiment consigue en esta nueva aventura una pesadilla sin escapatoria y un veneno clorofórmico de gran eficacia. La dirección de la película parece estar realizada por un mono de los que aparecen en 2001: odisea en el espacio (1968), haciendo el tarugo, matando cerdiosos hormigueros. La película más aburrida de la historia es una película de los hermanos Marx comparada con esta pusilánime producción, filmada a base de cromas de chino barato y pésima interpretación. Kate Blanchet parece un bulímica neurótica con menos presencia que un fantasma borracho; Harrison Ford intenta salvar el filme, disimulando ser un septuagenario circense que se mueve con la agilidad de un monotiti. Para rematar, John Hurt hace de autista sin gracia a lo Tom Hanks en Náufrago (2000) pero hablando maya y Shia LaBeouf, el chico de Transformers, interpreta a un inesperado hijo de Indi a lo Marlon Brando en The Wild One (1953) con flequillo modo James Dean y que, para no ser menos, intenta convencernos armándose de un recurrente peine y una navaja gitanera. El chico, que promete ser un hipotético Robin para una quinta o sexta entrega, se luce en una épica secuencia en la que se olvida de la trama y se transforma en el Tarzán de los monos de la Play Station. En cuanto al reparto, la única solución digestiva para no estar vomitando durante siete años, es la reaparición del personaje de Marion, que actúa como si fuera  puro primperan en vena para frenar las arcadas del público; pero no es suficiente. Su mínima intervención cómica como chófer selvática y riquiña psicótica nos saca alguna sonrisa y nos recuerda la edad de oro de la saga; aún así, su presencia sólo es una ilusión metida con calzador como para intentar salvar una película infumable de cabo a rabo, que Spielberg debió haber escondido en una caja blindada de titanio y enterrado en lo más profundo de la Antártida. Pues si lo único desdeñable fuera el casting, el film aún podría tener una excusa, pero no la tiene.
Steven Spielberg desarrolla una aventura en pos de la búsqueda de una ridícula calavera de cristal que parece sacada de la misma Alien III (1992) y que parece hipnotizar a aquel que se digne en mirarla a los ojos; paradójicamente ocurre lo contrario al intentar ver la película: el amorfo cráneo y el macilento film producen un dolor de cabeza considerable (se recomienda una sobredosis de ibuprofeno antes de sentarse en la butaca). No sabemos si Spielberg está sobremedicado o es que los tripis que tomó en los 70 le están haciendo efecto a estas alturas, pero si no es así, no tenemos otra explicación. El argumento está repleto de aclaraciones sin sentido, de Roswell, de lineas de Nazca, de la leyenda del Dorado, de la historia del conquistador Orellana, de una aparición efímera y absurda de dos agentes del FBI que nunca se acaba de saber de qué acusan a Indi -y que misteriosamente no vuelven a aparecer en todo el film- y de miles de excusas baratas para introducir nefastas secuencias al estilo Indiana Jones, un estilo que brilla por su ausencia. Pensándolo mucho, la única conclusión a la que hemos llegado es que lo único que podría salvar este metraje sería la aparición de Sean Connery en modo ángel montado en una nube Kintom, tocando la dulzaina o comiéndose un bocata de chorizo; no se nos ha ido la olla, sería la única justificación para que el film fuera considerado una especie de gag cómico (La otra alternativa posible sería construir una máquina del tiempo para volver antes del 2008 y amordazar a Lucas y a Spielberg para que no cometan esta magna atrocidad, que esperanzados, confiamos, borrará la eternidad).








MOGANBO
(1953)

John Ford




Te encantará si te gustan las películas promocionales de safaris en África.
Clark Gable horrible y su peluquero peor.
Ava Gardner es una delicia, pero no se entiende en la película.
John Ford debió beber demasiada Ginebra Gordons en el rodaje, lo cuál, por lo menos, es una justificación de esta pesadilla.

Desastre nuclear.




EL FUGITIVO
(1947)

John Ford




Henry Fonda parece estar interpretado por una especie de doble, que no se parece nada al original.
La película es una mezcla entre una telenovela peruana y una película de vaqueros de serie Z.
No hay mucho que decir; México no le sentaba muy bien a John Ford, como tampoco le sentaba muy bien a John Huston. Sospechamos que el tequila o el mezcal, en sendos ejemplos, crearon este tipo de reprochables films.

Guindilla soporífera.



THEY WERE EXPENDABLE  
(1945)

John Ford




Película totalmente prescindible, tal y como se advierte en su título. John Ford debió tener una enorme resaca al final de la guerra y la pagó con este infame rodaje, que muestra un film intratable, un John Wayne casi efímero y un despliegue de lanchas motoras indiscutible.

Sospechamos que en realidad, el presidente Harry S. Truman fue quien dirigió la película o en su defecto, un monotiti.

Aburrida, incomprensible, defectuosa; es mejor comerse un chupachups.



domingo, 19 de octubre de 2014





MELANCHOLIA
(2011)

Lars von Trier




Exceptuando ciertos segundos de lucidez, esta obra de Trier es un mojón perdiguero de primera categoría. No se sabe si es a causa de su famosa y comercialoide depresión o porque quiso hacer Armagedon II, pero nadie puede entender aún lo que quiso crear en este film. Tras una primera parte donde lo único que hace es copiar la excelente ópera prima de su compatriota Vinterberg, su agonía apocalíptica se va transformando en imágenes disolutas y góticas, llenas de lodo y dolor de cabeza, que acaban en una resolución naif-newage-indi que no se la cree ni su madre.
Con todos los respetos, Trier debería leer más a Swederborg y dejar de ver películas de Bruce Willis.








EL AVIADOR
(2004)

Martin Scorsese



¿Cómo se puede hacer un film tan torpe con tantas posibilidades? ¿Cómo puede destruirse el mito de Howard Hughes de una manera tan confundida? ¿Cómo se puede hacer una película tan pobre con tanto dinero? Scorsese demuestra en cada uno de sus trabajos, que su reconocida fama no es más que un soberano error dentro del mundo de las casualidades. Todo en el film es una tragedia sin límites y como las películas de Hughes, acaba siendo un vano negocio demasiado caro, un producto de usar y tirar hecho por alguien que ha olvidado por qué hacer hoy una película.
Papel higiénico, ventilador y una revista dominical.
Devastadora, altamente acidulante, con consecuencias inevitablemente laxantes.






BOYS DON´T CRY
(1997)

Kimberly Peirce



¿Quién puede creerse a Hilary Swank? La señorita Peirce realiza una especie de torpe videoclip de flatulentos experimentos de imagen y un gusto estético ortopédico. Cuando se utiliza el cine como un aparato reivindicativo, suele salir una patochada inservible como la presente. Es absurdo pensar que pueda haber algo de emoción en este film seudolésbico, imaginamos que modelo de la ridícula y lacrimógena Brokeback Mountain. Que se la metan a otro o a otra.

No me extraña que le dieran un Oscar.





VANISHING 
(1988)

George Sluizer



Los actores son feos, la historia es muy mala, la imagen es cutre. Irrecomendable. Imposible de ver sin sentir náuseas dignas de una recién preñada de cinco potros.










UNDER THE VULCANO
(1975)

John Huston



Huston demuestra su irregularidad fílmica, creando un culebrón sin gracia donde lo más divertido es ver cómo todo se mantiene en una sosa sobriedad, a pesar de que los personajes no dejan de darle al drinkin durante 112 interminables minutos. 






THE PROWLER (1951)



THE PROWLER
(1951)

Joseph Losey



Lo mejor de esta película es que se acaba.