por Lilian Uk y Reno Nasvil

lunes, 30 de julio de 2018




THE PAPERBOY
(2012)

Lee Daniels



No entiendo nada de la película, si alguien me la puede explicar
que escriba una carta a mi dirección:


Av. de la Chorrada nº33
25099
Hollywood USA







lunes, 23 de julio de 2018




WONDER WHEEL 
(2017)

Woody Allen





Y la rueda gira y gira y gira.
No sabemos qué obra de teatro ha intentado mostrar en esta feria autocomplaciente el viejo zorro de Manhattan.
¿Se puede dormir bien después de hacer esto?
¿Justin Timberlake debería seguir actuando?
¿hasta donde puede estirar el chicle la carrera mortuoria de Allen?
¿qué se puede decir de un film en el que lo mejor es el cameo de dos personajes de los Soprano?
¿alguien quiere seguir subido en esta montaña rusa?
Prefiero comer ensaladilla rusa.
O una buena hamburguesa con filetes rusos.
O ver una peli de Rene Russo, Nightcrawler preferentemente.
Vaya noria.









lunes, 16 de julio de 2018




THE MOUNTAIN BETWEEN US
2017

Hany Abu-Assad

 



El cine burgués es aburrido, falso e insultante; esta película es un ejemplo inmejorable del género plato o también conocido como el género chungo. Hany, el director, es uno de esos flipins que caen en la trampa del tío Sam y mutan sus propias formas personales para transformarlas en iconos estereotipados, difundidos por Hollywood. La periodista aventurera e impulsiva y el médico aséptico y estirado se cruzan en esta historia con pretensiones realistas, de una eficacia de alcantarilla romana. El personaje de Idris Elba es anodino e indiferente -como lo es también en su otra película del mismo año, The Dark Tower-, pero el de la señorita Winslet -que lleva sin levantar cabeza, al menos, desde Revolutionary Road (2008)- es un auténtico sin sentido y una amalgama de ridiculeces que rozan el trampantojo sideral. Se trata de una periodista que hace fotos con una cámara analógica -en todo el film no cesa de disparar con la cámara y nunca se le acaba el carrete, ni se le estropea el mecanismo a pesar de caerse al interior de un lago helado o rebozarse a través de kilómetros de nieve-, que está a punto de casarse y decide proponerle a un desconocido alquilar una avioneta a una especie de viejo piloto borracho que le dará un mal aire durante el viaje y que les hará estrellarse en lo alto de la cima de una montaña muy parecida  a la que aparece en la película de ¡Viven! (1993). Pero no se asusten, aquí nadie se va a comer a nadie -aunque eso le habría dado vidilla al mamotreto visual- pues los náufragos alpinos tienen todo tipo de chocolatinas y galletitas para salir exitosos de una supervivencia extrema, en la cuál parecen estar de picnic, disfrutando de días soleados y temperaturas templadas. Tras el accidente, el personaje de Winslet tiene la pierna hecha un mapa y no puede moverse, pero a los tres días, debido a su sobrenatural ímpetu, se pone a caminar rollo Camino de Santiago colina abajo como si fuera un pastorcillo con su perro y a tirar millas, más fresca que una rosa de pitiminí. En la película no se explica cómo la periodista había planeado alimentarse durante el largo e improbable camino de vuelta a casa, donde la periodista se permite incluso el lujo de detenerse para hacer una foto graciosa del perro en medio de la escarpada cordillera. Esta sospechosa fuga -el espectador nunca llega a comprender el fin de la misma- obliga al fornido médico a salir en su busca como un estrépito y una energía digna de Usaín Bolt -no olvidemos que llevan tres días encerrados en el interior de la chatarra de un avión comiendo kit-kats y luchando contra pumas hambrientos-, hasta que la encuentra en cero coma y siguen andando con tranquilidad hasta una pacífica llanura. Allí, siguiendo al perro de Scottex -del que también ignoramos de qué se alimenta y por qué no se los come a ellos- encuentran un chalet cojonudo y abandonado entre los árboles; sólo falta que aparezca un camarero y les ofrezca unos mojitos gratis. Pero claro, el argumento, al ingenioso Hany se le estaba haciendo muy pastel, así que con calzador y alevosía, introduce un minidrama que trata de que Kate Winslet se cae en el lago congelado que se ocultaba bajo sus pies. Calculando la velocidad a la que acude el médico, la Winlet no debe estar en el agua más de cinco segundos, los cuáles son suficientes para que ella se desmaye bajo el agua y el médico tenga que inventarse un bálsamo curativo con un antídoto para picaduras de serpiente. Acojonante. El timing de peli chunga se va cumpliendo segundo a segundo hasta que llega la inevitable e inverosímil secuencia amorosa a lo spa de lujo. 
Hasta aquí he contado la mitad de la estupidez argumental que tiene muchas más paridas de las que un cuerpo viviente podría soportar. No puedo seguir describiendo tanta basura, estoy agotado. Sólo un apunte para finalizar: en vez del seudopoético título "La montaña entre nosotros", el film podría haberse llamado perfectamente "Vacaciones en la montaña", más prosaico y ajustado a una cosa tan plana y tediosa, pues parece más un trasunto chorra de la melosa Vacaciones en Roma (1953) de William Wyler que un film típico de supervivencia yanki como The edge (1997) de Lee Tamahori.
Agüita.
Queso Filadelfia.
Untar y tirar.
Máquina de bolas de chicle.
Muerte al cine burgués.