por Lilian Uk y Reno Nasvil

viernes, 24 de julio de 2015




SHARKNADO III
 (2015)

Anthony C. Ferrante





Los que sigan manteniendo que las ficciones norteamericanas puramente comerciales, son inocuas para ese público que las consume compulsivamente como mero entertaiment, utilizándolo a modo de mero sustituto del vacío y el tedio que domina a la gran mayoría burguesa, están sometidos bajo un enorme error. La tontería está en boga, pero no es de ahora, pues ya hace tiempo que se abrió la veda para aquellos que creyeron que el espectáculo es algo inofensivo para el cerebro y exclusivamente rentable para los bolsillos. En 1975, Steven Spielberg filmó la flébil y pésima Jaws, una película, no ya de terror psicológico, sino temerario manicomio y de efectos incalculablemente nocivos. Ya, en esa época de resurrección de la industria norteamericana, el film provocó una inesperada segunda parte, esta vez dirigida por un tal Jeannot Szwarc, un engendro hollywodiense que más tarde daría bazofias cagalíticas tales como Supergirl (1984). Un año antes de esta mierda con patas, un depravado mental llamado Joe Alves se atrevió a dirigir una tercera secuela: Jaws 3D. Para correrse en pista y para que cualquiera descubra que la mentira del 3D no es sólo un sofisma del siglo XXI, sino una gran y lucrativa mentira del cine industrial norteamericano desde sus inicios. La cosa es que el llamado cine de serie B existe desde los años 30' con una función de rentabilidad comercial de proyectos menores, dirigidos al relleno de parrillas y circuitos sin publicidad, lo que no quiere decir que sus productos tengan que ser coñas marineras en conga; de hecho, Jean-Luc Godard dedica su primera película À bout de souffle (1959) a Monogram pictures, el más importante estudio de películas de serie B. La cuestión es que, como todo en este siglo, la cosa a degenerado de una forma tal, que el jueguecito de los tiburones de Spielberg se ha transformado en una diarrea mental dentro de las cabezas de un puñado de directores dispuestos a cualquier cosa por representar la idiotez supina más garrafal de la historia de la ficción; otro motivo no se nos ocurre por el momento.

En 2013, un tipo llamado Anthony C. Ferrante -imaginamos que fanático del director de Cincinnati- se le ocurrió la colosal idea de hacer una película basada en una plaga de tiburones que viajan volando en tornados y que pasan el día devorando a la gente de las ciudades como si fueran patatas fritas; vamos, lo que se puede denominar la genialidad de un auténtico coquito. La película se distribuyó como una TVmovie más, pero su impensable argumento y su objetiva banalidad, parece que consiguieron seducir a ese millonario grupo de personas que gastan su existencia en esta fabulosa y amenazada tierra, mandando eso que llaman tweets -que más bien deberían empezarse a llamar pifias mentales-, apoderándose así de la temida opinión pública e imponiendo ese extraño criterio tan arbitrario y falaz que domina nuestro siglo y que hace vincular los negocios y los productos hacia depravados y pornográficos objetos de ocio; todos esos usuarios no se diferencian mucho de los asistentes en Roma al Coliseum, cuando en este morían esclavos devorados por osos, tigres y seguramente, también tiburones. La industria del espectáculo apenas a cambiado, pero el cinismo social hace dignificar a esa pandas de cibernistas miedosos que se esconden detrás de sus tweets intentando someter la realidad. Tal vez sea verdad que ellos sean los que marquen las futuras tendencias, ya que los inversores imaginan en ellos al público objetivo; lo que no tienen en cuenta es que la mayoría de esos descerebrados o víctimas spielbergianas -como nos gusta llamarlos- poseen un cerebro triturado y un gusto salvaje por lo insustancial y fútil que clama al cielo d euna manera pasmosa -como se diría en otras épocas-. Desde Cine Nor, no queremos parecer puritanos o formalistas, ni siquiera canónicos (véanse nuestras anteriores publicaciones), pero la tontería tiene un límite y muchas veces, la masa se transforma en una ameba unicelular atrofiada que solo aspira a comer, cagar y dormir y, si tiene un rato, a ver películas de algo tan impresentable como Ferrante. Al igual que Spielberg en los 70', Ferrante cree hoy en su inusual negocio sin tener en cuenta las secuelas psíquicas que en el público puedan producir a la larga; pero eso no es todo. Como si no fuera poco, en 2014 Ferrante filmó Sharnado II: The second one y en 2015 se ha atrevido a repetir con Sharknado 3: Oh Hell No! Pues eso: Oh Hell No! La cosa parece grave y según ciertas publicaciones, se han enviado mil millones de tweets alabando la nueva bazofia zoofílica de Ferrante; es triste que la gente apoye peraltas tan altas como este palomino; la historia de los pueblos es impredecible. El ñordo -como las anteriores entregas- trata de lo mismo: un hombre con una motosierra mata tiburones arrastrados por tornados en medio de una ciudad para salvar su vida. Dicho así, suena casi metafórico, incluso cercano a un mensaje en clave social; pero nada más lejos de la realidad. Ferrante no hace uso del género fantástico, sino de la frivolidad mental más banal nunca utilizada y la perversión más atroz y desmesurada que nunca haya contemplado una mente. El protagonista lo interpreta un menesteroso actor llamado Ian Ziering, producto puramente hollywodiense repleto del peor de los egos y la mayor de las frustraciones. Se trata de un histrión rubio ojos azules invadido de una extraña autoestima que apareció durante los 90' en la adolescente y hormonal Beverlly Hills 90210 Sensación de vivir y en la no menos adecuada Melrose place. Es un actor muy difícil de definir, ya que ha colaborado en películas tan weird como Tyrannosaurus Azteca (2007) o las series de Godzilla. Ha puesto voz a cortos de Disney y ha interpretado un personaje llamado orgullosamente Testículos en la burlona versión de 300 (2006), The Legend of Awesomest Maximus (2011). A Ian Ziering le han debido de realizar una lobotomía cuando ha manifestado: Sharknado 3 sigue siendo una película familiar, la historia de un hombre normal en una situación extraordinaria que quiere asegurarse de que su familia esté a salvo. Y se queda a gusto y se come un huevo frito. Ya se sabe: precisamente es a una sensación de vivir es a lo que llega uno ante dichas palabras y no de estar viviendo realmente entre mortales, ¿será Ian Ziering inmortal?
Este pequeño texto, quiere poner de relieve la extrema irresponsabilidad del midas Spielberg y la alucinada herencia que la mayoría de sus películas están dejando en las generaciones como un poso de horror y apocalipsis; un testigo no sólo para los espectadores sino para ciertos directores. El movimiento freak, la avalancha analfabeta, la depravación enfermiza y sobretodo, el aburrimiento dominante, hacen de este tipo de productos, el SOMA más brutal de nuestro tiempo, el opio más frugal de las prácticas de lo efímero que se haya manifestado jamás en el puto globo terráqueo. Los estudios de Hollywood se llenan los bolsillos mientras miles de millones de sesos son extrujados por los truños espaciales y zoológicos más intragables de la existencia que promueve la industria norteamericana. Ese es su testamento: el efecto es igual a que te inyecten un litro de laxante en el cerebelo y esperar que aguantes a la siguiente entrega. Todo `parece ser una plaga y no de tiburones exactamente: los invasores de cuerpos hoy hacen películas amorfas para distorsionar la percepción de la realidad y confundir la existencia con el único propósito de dominar el pensamiento y el valor. Hoy mucha gente está deprimida y no sabe por qué; en parte la culpa la tiene el legado de Spielberg.
Para demostrar que la enfermedad spielbergiana no sólo ha afectado a la mente del superdotado de Ferrante, pondré algunos ejemplos más, autores que han decidido explotar esa veta de retrasados: Sharktopus (2010), que trata de un tiburón pulpo y sus andares, Dinoshark (2010), que trata la lucha de un escualo y un TRex (asombroso cuanto menos), Mega Shark vs. Crocosaurus (2010), o sea, más de lo mismo y leña al mono. La mutante 2-Headed Shark Attack (2011), donde a los guionistas ya les da igual la dignidad e inventan un escualo bicéfalo para dar el doble de susto,la sospechosa Jurassic Shark (2012), la cuál suponemos que tiene la bendición de papá Spielberg y para terminar, una joya que al parecer saldrá en 2017: Sky Sharks, una hiperparanoia escrita -suponemos- por algún tipo de ser unicelular o cualquier tipo de tubérculo variceloso, debido a que el argumento trata de tiburones nazis que vuelan dirigidos por zombies y que abordan aviones para asesinar a los pasajeros; por cierto, los tiburones lanzan misiles. No sabemos qué tipo de drogas se meten a día de hoy los guionistas pero alguien les debería recomendar otro tipo de alucinógenos. No existen letras en el abecedario cirílico para abordar el tema. No existe mente que quede intacta ante tal cantidad de vómito infográfico y de energía desaprovechada. Una lástima de porvenir, si esos miles de millones de tweeteros o víctimas spielbergianas siguen promoviendo este tipo de polladas choriceras basadas en godzillas devastadores, tiburones asesinos, naturalezas amorfas y zombies obsesionados con acabar con la vida y la belleza; pertenecer a dicha masa de detritus máximo es insultar a lo más valioso de nuestra inteligencia. Si eres uno de esos que están hoy tentados en perder su tiempo con susodicha castaña, recomendamos sustituir dicha opción por una buena curda, que al menos les hará alucinar con sus propias imágenes y confundirse en sus propios mundos.
En contra de las cagarrutas y plomos de gaviota.
Salud.
















jueves, 23 de julio de 2015





HEAVENLY CREATURES
(1994)

Peter Jackson




Impresionante.
Frodo y Sam en versión Melanie Lynskey y Kate Winslet.
En este film, Jackson no necesitó dragones ni elfos para conseguir un resultado horripilante.
En 1987 realizó otra película llamada Bad Taste, pues eso, mal gusto es lo que sigue ofertando el barbudo al modo naif, que en su caso podría denominarse aburridismonaif (Ronquido profundo).
Habría que preguntar al director por qué diablos no deja de mover la cámara sin motivo, ¿es que el
alquiler de la grúa fue tan costoso que hubo que rentabilizarlo, usándolo hasta para cagar? Cagar, eso es la sensación que te entra cuando ves esta tontería. NO hay quien se la trague (Garganta profunda).
Desmesurada interpretación. Cuarto mundo. Desmesurado cuarto. Interpretación mundo. Mundo desmesurado. Cuarta interpretación. ¿Tiene todo esto algún sentido? NO. Pues eso, la película es eso: una tontería mareante de arcada total (Parida profunda); para tomarse un bote de laxante después de una barbacoa.
Vomitar.
Potar.
Intestinal.
Flora.
Intestinal.
Tóxica.











sábado, 11 de julio de 2015





GRANDES ESPERANZAS
(1998)

Alfonso Cuarón





Fíjate que la propuesta es interesante y que Chris Cooper nunca defrauda, pero ni así. Ethan Hawk parece una langosta redimida por el mismo Capitán Pescanova y la rubia de Paltrow, no hace más que lo que siempre ha hecho, pero en modo superfurcia. Imaginamos que la cuestión no es culpa de ninguno de los actores; la culpa es de Dickens por escribir tan mal y de Cuarón por ser novato; pero incluso los novatos tienen un límite. Si Dickens levantase la cabeza podría escuchar diálogos como el siguiente:

Dame tu mano. ¿Qué es esto?

Tu... tu teta.

Mi corazón. Es mi corazón. Está destrozado.

No hay por donde cogerla, muy floja.
¿Alguien se explica la razón de por qué aparece De Niro en la película?; durante años, equivocadamente, pensé que sería un cameo ya que él producía la película junto con el productor de El cabo del miedo (1991); esta película sí que da miedo; quizás ese es el único motivo del pintoresco cameo.
Para acabar, dejaré otra joyita del guión de un tal Mitch Glazer, que nada tiene que envidiar a la prosa isabelina:

No saltes.
¿Me salvarías?
No en este traje.

Te cagas.





LA CINQUIÉME SAISON
(2012)

Peter Brosens



Una secuencia, dos, tres. Cada una de su padre y de su madre.
No la salva ni que sea independiente, ni que sea francesa. Hace ya muchos años que el cine francés es equivalente a snobismo burgués seudointelectual; hace más aún que el cine independiente es una pantomima de la libertad, un nido de resentidos y babosos intentando expresar memeces de primera categoría. No exagero. Exaspero. Muero porque no muero. Algún día se empezará a hablar de las películas serie Vimeo; será el equivalente a la serie B de los años 40'. Bailes, máscaras, animales y suficientes planos preciosistas como para hacer una exposición en los pasillos del Pompidou o en la casa de Amelié (por cierto, película insidiosamente irritante).
No te crees nada; no se lo creen ni ellos.
El cine es una cuestión mayor, no de polladas galas en HD.
Cuando alguien sepa por qué se filmó esta película, que me llame.
No me levanto hasta las 12.
Disculpen las molestias.


MR. SMITH GOES TO WASHINGTON
(1939)

Frank Russell Capra




Frank Capra es sin duda, uno de los mejores directores de la historia. La cuestión es que si eres siciliano y vives en EEUU y haces una película el mismo año que estalla una guerra mundial, las cosas se complican. Hay varias excepciones en la obra de Capra que ensucian su currículo: la mayor, sin duda es esta. La masiva cantidad de propaganda política y didactismo institucional que converge en sus mugrientas imágenes, supera con creces cualquier video sectario del PP. Es como un NODO a la americana, pero sin Fraga, sin gracia y sin un ápice de inocencia; en una de las escenas, James Stewart (en uno de sus papeles más coñazo) da la impresión de estar a punto de masturbarse delante de la estatua de Abraham Lincoln (Steven Spielberg nos provocará la misma vergonzosa sensación en su adocenada Lincoln (2012) en sus secuencias más fulgurantes). La primera ganó un pútrido Oscar, la segunda, dos; la propaganda cada día, se valora más.




THE HOUND OF THE BASKERVILLES
(1959)

Terence Fisher




Si a alguien le interesan las novelitas de Conan Doyle, allá él, pero que bajo ningún concepto espere que viendo películas como esta se va a ahorrar el sopor del libro; al contrario, al ver el film se le quitarán todas las ganas de resolver misterios. Tediosas conversaciones, dramas epidurales, celuloide malgastado sin razón y una mujer ahogada en el fango. El misterio es de lo más tonto, la resolución de lo más idiota y el perro que sale al final de la cinta no puede ser otra cosa que una mezcla entre un pony y una rata de las alcantarillas de Carabanchel Alto. Este tipo de films sólo existen para hacer un favor: destruir definitivamente la incompresible popularidad de ciertas obras facilonas y democráticas, que simplemente realimentan el ego retorcido del público más vulgar. 
No muchos saben (o aceptan) que Conan Doyle odiaba escribir sobre Sherlock Holmes y que sólo lo hacía por dinero; nosotros odiamos gratuitamente a Terence Fisher y ahora todos los saben.

sábado, 4 de julio de 2015




THE EMPEROR'S CLUB
2002

Michael Hoffman





Digna de estudio.
Te entra diarrea y no mental precisamente.
Además sale Jesse Eisenberg, el chico que hizo de Mark Zuckerberg en The Social Network (2010), toda una ayuda.
Creemos que algún chimpancé avanzado está detrás de la trama; a diferencia, el montaje no puede ser de otro que de un canguro manco ahogado en mezcal.

Salud.