por Lilian Uk y Reno Nasvil

sábado, 5 de octubre de 2019



PICNIC
(1956)

Josua Logan




Una mezcla de Gigante (1956), Al este del Eden (1955), Quién mató a Harry (1955), Tarzán (1966) y Porkis (1981). Ver esta película hoy es toda una experiencia psicodélica. Construida a pedazos, es una especie de monstruo fílmico sin pies ni cabeza: es como Godzilla, pero aún más devastador para la realidad del cerebro humano. A través de esta película, Logan nos intenta vender frigoríficos, televisores y coches último modelo, edulcorando la realidad beatnik, idealizando la sociedad yankífera, inaugurando el erotismo barato y la desincronización vergonzosa del arte de bailar. Seguramente no hay película en la historia en la que los actores dancen tan malamente... Repleta de diálogos absurdos, incompletos, fuera de contexto, de insertos innecesarios, torpes, pantanosos, invadido de situaciones televisivas, pasteleras, llenas de moscas... Se trata básicamente de una película que demuestra que Kim Novak es la actriz que peores besos ha dado en el cine y que William Holden bebió mucho más de lo que se dice en las historias del cine desde su éxito en Sunset Boulevard (1950). Sin duda, esta especie de versión de la Cenicienta, pagada como mínimo por la CIA, para construir una imagen falsa, casi pastoril, de EEUU, hará las delicias de todo aquel que se tome una botella de vodka todas las tardes y no espere más de la vida... o como mucho un picnic.


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