por Lilian Uk y Reno Nasvil

domingo, 2 de agosto de 2015






LA COLECCIONISTA
(1967)

Erich Rohmer




En el círculo de cine Nor hemos bautizado al autor de esta película como Eric Morir; bastaría con este matiz para completar la nota. De los seis cuentos morales, este es el tercero y más premiado de la mítica serie; será esa la razón de su insipidez, languidez, idiotez, aburrirtez... todo lo que se os ocurra acabado en (h)ez.
El cine nunca se inventó para que un burgués (o burguéz) se regodeara de su relamida condición de vacío, pero Morir, empujado por su afán realista e intelectual, fundó una tendencia marsopiana para cocer algas que muchos cineastas posteriores se han creído y que aún hoy han hecho perdurar.
¿Dónde está lo extraordinario? ¿dónde está el poder de la invención? ¿dónde está el cine?
Eric Morir consigue con este film, la peor y más sosa pieza de su más famosa serie; parece un anuncio de Calvin Klein filmado con la cloaca de una rata.
Parece ser que Morir quiso ser novelista, e incluso llegó a publicar una novela: Elizabeth (1946). Fonéticamente: Elizabez. No hemos leído el libro, pero algo nos indica su curiosa terminación.
No entraremos aquí en polémicas de sobrevaloración de autores, sólo apuntamos que este cuento moral, -pues así es presentado por el autor-, es una farsa, pues en realidad no es más que un cuento banal o bananero, de muy dudosa calidad.
No es un plátano de canarias, a pesar de estar lleno de manchas.
Se puede imaginar qué nos gustaría que hiciera Rohmer con su frutilla...
Rohmer se llama en realidad Maurice Henri Joseph Schérer, luego se cambió el nombre por Gilbert Cordier y por fin nosotros le hemos encasillado en Eric Morir. El tiempo dirá. 





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